INDICE DE CONTENIDOS

22 - ENSAYO SOBRE EL DON
21 - POR UN FEMINISMO DE LA RECUPERACION
20 - LO QUE SE OCULTA TRAS LA CUESTION DEL
VELO ISLAMICO .
19 - LAS SERRANAS (primer avance)
18 -EL CREACIONISMO Y LA DOMINACIÓN:
VIGENCIA DE KROPOTKIN
17 - LOS LIMITES Y LA COMPLACENCIA
16 - A LA VERDAD - Lope de Vega
15 - D. Quijote explica a unos cabreros la edad dorada y se declara defensor del modo de vida de las mujeres en aquellos tiempos (Miguel de Cervantes)
14 - LA DEGENERACIÓN DE LA RAZA HUMANA POR LA
PÉRDIDA DE SUS CUALIDADES FUNDAMENTALES.
13 - ¿DÓNDE ESTA WALLYS? (un juego semántico)
12 - EL EQUIVOCO DE NIETZSCHE
11 - El abrazo materno y el continuum del sistema sexual de
la maternidad: a proposito del Metodo Madre Canguro
10 - PARTO ORGASMICO: testimonio de mujer y
explicación fisiológica.
9 - Sobre la función orgánica y social de la sexualidad (I)
8 - Hace falta una Declaracion Universal de la Condicion
humana.
7 - Aunque el fascismo se vista de seda, fascismo se queda.
6 - Tres versos de Lope de Vega
5 - Nota aneja al libro Pariremos con Placer (2ª edición)
4 - El deseo materno existe y hay que decirlo
3 - Amamantar por placer (reseña de un libro)
2 - ¿Domina el sistema neurológico los demás sistemas del
cuerpo? - Las cosas como son y las palabras para decirlo
1 - Objetivos de AMARYI



sábado, 28 de marzo de 2009

PARTO ORGASMICO: TESTIMONIO DE MUJER Y EXPLICACION FISIOLOGICA


A propósito del artículo publicado en El Mundo el 23.03.09 de VIV GROSKOP (The Guardian) en relación con el documental estadounidense sobre Parto Orgásmico

Los testimonios de mujeres que han tenido partos orgásmicos han sido recogidos por la sexología científica desde mediados del siglo pasado; Juan Merelo Barberá presentó un informe al respecto en el congreso de Ginecología de París en 1985 (1). Algunos de estos registros son: Alfred Kinsey del Institute for Sex Research de la Universidad de Indiana (EEUU) que cita tres casos (2); Masters y Johnsons del Reproductive Biology Fundation (Missouri, EEUU) citan doce casos en su libro Human Sexual Response (3); Shere Hite (4), en su Informe, dice haber recogido varios testimonios sin decir el número (con una cita textual de una mujer que aseguraba había sido el mayor orgasmo de su vida); en España, Serrano Vicens (5) se encontró algún caso, y el propio Juan Merelo halló nueve casos en su investigación; en Francia el Dr.Schebat del Hospital Universitario de Paris, en el propio hospital, registró, en un total de 254 partos, 14 casos de partos orgásmicos (2). Juan Merelo no cesó de insistir en que es más frecuente de lo que podamos pensar. La cifra que nos da ahora Ina May Gaskin (32 de 151 partos) es más alta, posiblemente debido a que se trata de partos en condiciones más naturales.

¿Roce de la cabeza del bebé en la vagina o eufemismo del dolor, como se apunta en el artículo de El Mundo?

Llevo muchos años buscando explicaciones fisiológicas coherentes para entender el parto, y la verdad sea dicha, me ha costado bastante encontrarlas, pese a que dichas explicaciones existen, eso sí muy diseminadas y en obras de difícil acceso para las personas de a pie. El mero funcionamiento básico neuromuscular del útero no lo encontré hasta que leí Revelation of childbirth de Read (6): unos músculos longitudinales y otros circulares que funcionan como un par sincronizado. Los circulares son los que cierran (el cervix) y los longitudinales los que empujan para hacer descender el feto. Cuando esto sucede, el sistema nervioso simpático que inerva las fibras circulares tiene que desactivarse para que estas fibras aflojen la tensión y no ofrezcan resistencia al movimiento de las longitudinales, que están inervadas al parasimpático. Este funcionamiento le hizo concluir a Read (7) que el miedo, que mantiene activo el simpático, es el que produce el parto con dolor, porque mantiene las fibras circulares contraídas y apretadas ofreciendo resistencia al movimiento de las longitudinales; los tirones que entonces pegan las fibras longitudinales a las circulares producen el conocido dolor del calambre. Efectivamente, la dificultad del parto en general no tiene que ver con las famosas caderas estrechas sino con la distensión de los músculos del útero, y el dolor de las contracciones del parto son calambres. Read comparaba el funcionamiento del útero con la vejiga urinaria, que tiene un funcionamiento aparentemente similar: las fibras circulares cierran para retener la orina, y se aflojan para permitir que el movimiento de las fibras longitudinales expulsen la orina de la vejiga.

En la comparación que hace Read entre la vejiga urinaria y el útero creo que está la clave de la parte importante que le faltó para entender el funcionamiento del útero, porque los músculos del útero a diferencia de los de la vejiga urinaria, tienen receptores de oxitocina, y esto indica la existencia de un dispositivo específico para activar el reflejo muscular; un dispositivo que forma parte del sistema sexual.
Creo que si comparamos el funcionamiento del útero con el de los otros órganos en los que interviene el sistema sexual, podremos entender globalmente el funcionamiento del útero.

Como explica Martín Calama (8) la presión que ejerce el bebé al succionar el pezón no sería suficiente para extraer la leche, y es necesario un dispositivo interno en la madre para el bombeo y eyección de la leche; un movimiento reflejo de las fibras mioepiteliales que recubren los alveolos de los pezones. Este dispositivo se activa al encajarse las moléculas de oxitocina, que llegan por el torrente sanguíneo, en receptores que se encuentran en dichas fibras mioepiteliales. Es decir, que el dispositivo que activa el reflejo de eyección de la leche pertenece a un proceso sexual, porque la oxitocina se segrega con la pulsión sexual; de ahí la relación entre el deseo materno y el éxito de la lactancia como ya señaló en su día Niles Newton (9).
En su explicación sobre la fisiología de la lactancia, Matin Calama explica que los receptores de oxitocina en las mujeres, se encuentran además de en las mamas, en las fibras mioepiteliales de la vagina y del útero, y que a lo largo del embarazo aumentan incrementando la sensibilidad a la oxitocina que se segregará durante la lactancia. Esto nos aproxima a entender el continuum de la maternidad, como una continuidad de procesos del sistema sexual de la mujer.
El tipo de mecanismo que activa la eyección del flujo que lubrifica la vagina para el coito, o el que bombea el liquido seminal desde la vesícula seminal y produce el reflejo de eyección del semen, es el mismo que el del reflejo de eyección de la leche; y también el del reflejo de los músculos uterinos para el proceso del parto.
Por eso se dice que el amor nos licua; por eso la humedad ha sido símbolo de la sexualidad y la sequedad de la castidad, de la penitencia y de los retiros espirituales en los desiertos (ver diccionarios de simbologías (10), Ortiz Osés (11), El agua, la vida y la sexualidad de Michel Odent (12), Mircea Eliade, etc.); por eso el propio deseo, la misma pulsión inicial que segrega la oxitocina, nos licua antes de proceder al acto sexual. Esther Pérez en su ponencia en las Jornadas Feministas de junio 2006, sobre su experiencia de relactación con una niña adoptada, explicaba que al ver salir las primeras gotas de leche de sus pechos pensó que era el amor que se licuaba en gotas blancas.
Obviamente, el sistema sexual está implicado en muchísimas más funciones que la de activar los reflejos musculares de los órganos sexuales que aquí menciono, y la misma función de la oxitocina es un fenómeno muy complejo del que aquí se abstrae solo un aspecto para entender el parto. Tan sólo el seguimiento y la interacción de las demás hormonas sexuales conocidas nos da una idea de dicha complejidad. Creo que esto es obvio, pero es preciso decirlo, pues tan legítimo es el afán de conocimiento como necesaria la humildad ante la diversidad y la complejidad de la vida orgánica de la que tan sólo podemos aprehender una parte; creo que nuestra capacidad cerebral no tiene suficientes megas para albergar los 4 mil millones de años de evolución condensados en una célula o en cualquier ser vivo.

Volviendo al parto después de esta pequeña digresión: el sistema sexual que activa el reflejo muscular en diferentes partes del cuerpo es el mismo, pero los músculos del útero no se parecen en nada a las finas capas mioepiteliales de los pechos o de la vagina: los del útero son anatómicamente los músculos más potentes y fuertes del cuerpo humano, a la vista del impresionante trabajo que tienen que hacer para que salga el feto por ese famoso canal de nacimiento estrechado por el bipedismo de nuestra especie.

Se ha dicho que el problema que este estrechamiento planteaba para el nacimiento se resolvió con el nacimiento prematuro. Pero no es del todo exacto. Si el nacimiento prematuro por sí solo hubiera resuelto la cuestión, sin duda habría más mamíferos en posición erecta. La especie humana no es la única que nace prematuramente y la neotenia no es un fenómeno específico humano. La resolución de la contradicción supuso, además del nacimiento prematuro, un desarrollo de la sexualidad sin precedentes en la cadena evolutiva, es decir, un desarrollo que sí es único y específico de los humanos, para promover el fantástico movimiento de los músculos del útero: el orgasmo femenino; porque el placer se produce con el movimiento pulsátil (vibración, temblor, latido) de los tejidos musculares, movimiento cuya expansión percibimos con la sensación de placer.

La envergadura de las fibras musculares del útero nos da la medida de la fuerza expansiva de las mal llamadas contracciones del útero, (y digo mal llamadas porque en realidad es un movimiento de contracción-distensión, sístole y diástole, fibras que se encogen y luego se distienden, se vuelven a encoger y se vuelven a distender… ); quiero decir, que la fuerza expansiva de este latido del útero es mucho más importante que la que pueden producir las fibras musculares de las mamas o de la vagina.

Entonces, la relación entre el pecho, el útero y la vagina se debe a que la oxitocina viaja por el torrente sanguíneo y alcanza sus receptores allí donde están, a saber, en las llamadas zonas erógenas del cuerpo, y cuando se desencadena un movimiento más o menos simultáneamente en dichas zonas, tenemos la sensación de una conexión entre ellas (los meridianos de placer dibujados por el arte neolítico). Ambroise Paré (1575) (13) atribuía la relación entre las mamas y la matriz, a conexiones del sistema nervioso, pero ‘la conexión’ no pertenece al sistema nervioso sino al sistema sexual, y se debe a que la oxitocina está en el torrente sanguíneo y se engancha allí donde encuentra receptores adecuados. Esto explica que la excitación sexual de las mamas se extienda al útero, y que el proceso de expansión del placer puede empezar por donde sea pero si se mantiene y acaba en orgasmo, implica siempre al útero, el órgano de mayor masa muscular y que tiene o debería tener la mayor cantidad de receptores de oxitocina (según claro está el estado del útero; una ginecóloga me contaba que los úteros que operaban estaban a menudo en un estado atrófico impresionante).

Por otra parte, la sexología ha explicado que efectivamente el útero es el centro erógeno básico de la mujer. Maryse Choisy (14) tras un seguimiento concreto durante 10 años de la sexualidad de 195 mujeres definió muy claramente el papel del útero en el orgasmo femenino. Aunque no sintamos el útero sino sólo el placer que expande, podemos imaginar la fuerza expansiva de esos supermúsculos… y saber a ciencia cierta que la intensidad del orgasmo es correlativa a la intensidad de los latidos del útero, como se ha comprobado por medio de electrouterograma. El matrimonio Masters y Johnson (15) efectivamente comprobó que en todos los orgasmos se producen ‘contracciones’ del útero, sea cual sea el origen del proceso orgásmico, y además registraron el latido del útero durante el orgasmo con electrodos intrauterinos (orgasmos simples, múltiples, relajación final…), registrando simultáneamente, con electrocardiograma, el sobre-esfuerzo del corazón correlativo al esfuerzo de los músculos uterinos.
Hay que decir que en el útero hay un tercer tipo de fibras musculares que constituyen una capa interna en la pared de la bolsa uterina. Son músculos que rodean los vasos sanguíneos haciendo ochos y espirales, y su función es estimular y activar el riego sanguíneo para aportar el oxígeno necesario para el intenso trabajo que realiza el útero, y para retirar las sustancias de desecho (6). Poco a poco vamos entendiendo las claves del gran potencial y de la gran capacidad orgástica femenina.

La desconexión interna corporal de las mujeres ha permitido la ocultación del papel del útero en la sexualidad; así por ejemplo, el ‘yoni’ de los tratados de sexualidad tántrica, literalmente quiere decir ‘útero’, y sin embargo se ha traducido por vagina, porque en nuestro paradigma de sexualidad el útero no existe. Pero digan lo que digan los manuales de sexualidad, lo sintamos o no, el útero es el órgano de expansión del placer por antonomasia. El funcionamiento y la envergadura muscular del útero, como digo, explican la famosa capacidad orgástica femenina puesta de manifiesto por Serrano Vicens, quien comprobó que dicha capacidad no es ni mito ni enfermedad, y que la ninfomanía es un epíteto calumnioso y misógino para tratar de hacer anormal y patológico lo que es normal y natural.

Así pues, el parto orgásmico no lo produce el roce de la cabeza del feto en la vagina, y todavía menos es ‘un eufemismo del dolor’ (para esto último me remito también a Read). El parto orgásmico se produce porque el propio movimiento del útero es en sí mismo productor de placer, siempre que los músculos funcionen acompasadamente, según el proceso sexual normal; que es lo que sucede cuando el parto se produce de forma natural y se activa según la forma establecida filogenéticamente, por el sistema sexual de la mujer. Leboyer (16) sin necesidad de electrodos intrauterinos también describió los dos tipos de contracciones, las generadoras de placer y las generadoras de calambres y de intolerables sufrimientos.

En la ‘contracción’ normal del parto, dice Leboyer, el útero se encoge muy lentamente en un movimiento que empieza arriba y va bajando poco a poco, al llegar abajo hace una pausa y luego empieza lentamente a distenderse de abajo hacia arriba, y al llegar arriba vuelve a hacer otra pausa; dice Leboyer que se asemeja a la respiración de un niño cuando duerme plácidamente y vemos cómo su pecho sube y baja lentamente con cada respiración. También describe las otras contracciones que conocemos tan bien: el útero en lugar del movimiento lento que empieza arriba y va bajando lentamente, se contrae entero en bloque, todo a la vez. Es un movimiento brusco que se suelta también bruscamente. Es decir, es un movimiento espasmódico en lugar de un latido lento y pausado.

El tipo de movimiento que realizan los haces musculares del útero en el parto es el mismo que el que realizan durante el orgasmo: es decir, son o debieran ser el mismo tipo de ‘contracciones’; no del todo iguales porque las ‘contracciones’ del parto tienen que llegar a la total apertura de la boca del útero, un proceso que debe hacerse despacio y suavemente, para que ni la madre ni la criatura sufran, y que por eso, en condiciones normales dura entre 1 y 5 horas (mientras que un útero espástico puede tardar 24 ó 40 horas, (17)). En cambio, el orgasmo fuera del parto no tiene otra misión que la descarga de la líbido para la regulación corporal, y concretamente para la preparación del útero para el día que tenga que abrirse (lo mismo que los óvulos anidan periódicamente para cuando el nido efectivamente haga falta); este orgasmo fuera del parto, que no tiene que abrir la boca del útero, puede durar por lo general entre 30 y 60 segundos; pero son contracciones del mismo tipo que las del parto en cuanto al latido acompasado y sincronizado de los haces musculares longitudinales y circulares, y también en cuanto al incremento de la pulsación cardiovascular para acompañar el esfuerzo muscular. (Hay otras similitudes histológicas, etc., que recoge Niles Newton en un cuadro comparativo en Maternal Emotions (9)). Una prueba de la similitud entre ambos tipos de ‘contracciones’ (la del orgasmo y la del parto), la tenemos a la vista en el electrouterograma del orgasmo realizado por Masters y Johnson (3). También Leboyer (16) asegura que en su documental Autour de la naissance, estas contracciones placenteras y verdaderamente adecuadas se pueden reconocer en el exterior, en el mismo movimiento del vientre que las acompaña, así como por el rostro de la mujer que camina hacia el éxtasis (no he visto el documental a pesar de llevar buscándolo desde que leí el libro de Leboyer, hace muchos años; si alguien lo tiene en su versión íntegra, le agradecería una copia).
Esto explica también otros testimonios: los que refieren la existencia de pueblos enteros que desconocen el dolor en el parto (Montaigne (18), etc.). También el tono imperativo del ‘parirás con dolor’ que indica que en ese momento no era así pero que sabían cómo conseguirlo.
Y esta es la otra pregunta importante: ¿cómo es posible que de forma tan generalizada el parto se produzca con dolor?

Es de suponer que no será uno sino muchos (entre ellos, el stress y el miedo que señala Read) los aspectos de la distorsión del proceso normal del parto. En cualquier caso, el útero espástico está causado de forma inequívoca por la represión sexual de la mujer desde la infancia; y esto es coherente con estudios realizados sobre la densidad de los receptores de oxitocina. Odent, en la Cientificación del amor (19) recoge un estudio realizado en Suecia y otros, que ha mostrado que esta densidad es variable y a veces escasa (las muestras de tejido uterino de mujeres a las que se les había practicado cesárea tenían una escasa proporción de receptores de oxitocina). Lógicamente, si las mujeres no desarrollan una suficiente cantidad de receptores de oxitocina y el útero carece de sensibilidad suficiente a la oxitocina, difícilmente podrán parir. La variabilidad de la densidad de los receptores de oxitocina nos remite también a la vida sexual de la mujer antes del parto: en qué medida ha desarrollado o no ha desarrollado sus pulsiones sexuales, en qué medida ha desarrollado o no lo ha hecho los receptores de oxitocina. Y aquí es donde cobran sentido las pulsiones sexuales de la infancia, que claro está no se producen por nada, y mucho menos porque el demonio habite los pequeños cuerpos humanos, sino porque tienen una función fisiológica. El desarrollo corporal humano establecido filogenéticamente, incluye las pulsiones sexuales infantiles para promover la madurez de sus órganos, y en concreto, promover el movimiento de los músculos uterinos en las niñas. Por eso nos encontramos con juegos, corros y bailes sexuales (20) infantiles y compartidos con mayores, en las culturas de sexualidad espontánea. Estos juegos y bailes estimulaban y promovían la expansión de las pulsiones que mantenían los úteros de las niñas activos; es decir, no sólo no se prohibían las manifestaciones de la sexualidad infantil, sino que se propiciaban y se amparaban culturalmente. En nuestra civilización siempre había habido algún margen de expansión sexual clandestina, las brujas con sus escobas (que no eran para volar por los aires) etc.; pero ahora l@s niñ@s están más vigilados que nunca y más programadas y más aislad@s, y cada vez tienen menos posibilidades de desarrollar sus pulsiones. En la Grecia clásica la sexualidad entre adult@s y niñ@s estaba normalizada (21), mientras que ahora ni se contempla la posibilidad de que dicha sexualidad surja espontáneamente y con la complacencia y el consentimiento del niñ@, sino que automáticamente se califica de abuso de poder adulto y como agresión sexual, dando por sentado que el niño o la niña no puede tener impulsos, deseos o apetencias sexuales.

Creo que hoy, aparte de la medicalización de la maternidad y de las tres generaciones de partos hospitalarios que, como dicen Wagner, Bergman y otr@s, tanto daño han hecho y siguen haciendo, tenemos también un mayor deterioro de la sexualidad femenina, gracias al marketing sociológico del falocentrismo, a la fuerza impactante de los medios audiovisuales y a las estrategias psicológicas de dicho marketing. Con esto quiero decir, que si Serrano Vicens emprendiera ahora su investigación no creo que encontrase los mismos resultados que encontró en los años 50 del siglo pasado (un 2,5 % de las 1417 mujeres estudiadas tenían habitualmente 30 ó más orgasmos consecutivos).

El parto orgásmico y la recuperación de la maternidad implican recuperar una sexualidad femenina perdida. Aunque ahora las mujeres creamos tener más libertad sexual que antes, en realidad tenemos más libertad formal pero más represión y más violencia interiorizada (los úteros espásticos y atróficos, los dolores de parto y de regla, así como los cánceres de útero y mama serían la punta del iceberg de esta violencia). Dicha recuperación supondría un cambio de paradigma de sexualidad femenina, recuperar la noción y el conocimiento antiguo que antes se tenía de la misma. Hoy por hoy existe una desinformación y un desconocimiento generalizado de la sexualidad de la mujer, como lo demuestra este artículo sobre el parto orgásmico.
La Mimosa marzo 2009
NOTAS:

(
1) MERELO BARBERA, J., Parirás con placer, Kairós, Barcelona 1980.
(2) Citado por Merelo Barberá y en el monográfico de Integral sobre Embarazo y Parto Gozosos
(3) MASTERS, W. y JOHNSON, V., Human Sexual Response, Little, Brown & Co, Boston 1966.
(4) HITE, Sh. El Informe Hite, 1977, citado por Merelo y en el monográfico de Integral.
(5) SERRANO VICENS, R. ,La sexualidad femenina, Júcar 1972; Informe Sexual de la Mujer Española, Lyder 1977.
(6) READ, G.D., Revelation of childbirth, William Heinemann Medical Books, 1945. El libro más conocido de
Read es :Childbirth without fear, 4th ed. Harper and Row, New York 1972;
(7) Junto con una investigación sobre el parto sin dolor en aborígenes africanas y también sobre los nociceptors que
determinan la sensibilidad al dolor.
(8) MARTIN CALAMA, J., ‘Fisiología de la Lactancia’, Capítulo 7 del Manual de Lactancia Materna, Asociación Nacional de Pediatría, editorial Médica Panamericana.
(9) NILES NEWTON, Maternal emotions, Nueva York 1955.
(10) Por ejemplo Diccionario de Símbolos, Juan Eduardo Cirlot, Ed.Siruela, Madrid 1969, voces ‘sequedad’, etc.
(11) ORTIZ OSÉS, A. Las claves simbólicas de nuestra cultura Anthropos, Barcelona 1993.
(12) ODENT, M. El agua, la v ida y la sexualidad, Urano, Barcelona 1991.
(13) AMBROISE PARÉ, L’Anatomie, Livre I, ‘Sur la generation’, 1575. Citado por Yvonne Knibielher
en Histoire des Mères, Montalba, 1977.
(14) CHOISY, M., La guerre des sexes, Publications Premières, Paris 1970.
(15) Para quien no tenga el libro de Masters y Johnson, Human Sexual Response, en donde se publicaron los electro-
uterogramas del orgasmo, están recogidos en mi librito Pariremos con Placer (2ª edición): www.casildarodriganez.org
(16) LEBOYER, F. El parto: crónica de un viaje, Alta Fulla, Barcelona 1976.
(17) WILHELM REICH (1952), en Reich habla de Freud Anagrama, Barcelona 1970.
(18) MICHEL E. MONTAIGNE, Ensayos, libro I, XVI.
(19) MICHEL ODENT, La Cientificación del Amor, Creavida 2001. Los estudios que cita son:
- REZAPUR, M. et al., Myometrial steroid concentration and oxytocin receptor density in parturient women at term.
Steroids 1996; 61:338-44
- FUCHS, AR., et al., Oxytocin and the initiation of human parturition. Stimulation of prostaglandin production in
human decidua by oxytocin
. Am. J. Obstet. Gyneco. 1981; 141:694-97
- SOLOF, M., HINKO, A., Oxytocin in receptor and prostaglandin release in rabbit amnion, The Neurohypophisis,
Annals of the New Y. A.of Sciences, 1993, Vol 689:207-218
- INSEL Y SAPHIRO en: PEDERSEN ET AL., Oxitocin in maternal, sexual and social behaviours, Annals of the
New York Academy of Sciences, 1992; 6527
GARRIDO, M.C., El juego del corro en la cultura femenina, Inédito 2006.
(21)FERNANDEZ DE CASTRO, CH., La otra historia de la sexualidad, Martínez Roca, Barcelona 1990.

domingo, 22 de marzo de 2009

Sobre la función orgánica y social de la sexualidad (I)

Todo invita a amar y todo ama
Y todo por vivir amando vive.


Baltasar E. de Medinilla

Amo naturalmente a quien me ama
Y no sé aborrecer a quien me aborrece
Que a la naturaleza el odio infama.


Lope de Vega

Meciendo mi carne
Meciendo a mi hijo
Voy moliendo el mundo
Con mis pulsos vivos.

Gabriela Mistral



Los poetas y las poetisas a veces han intuido y han puesto palabras a la verdadera función y al verdadero funcionamiento del amor, hilándolas y ritmándolas significativamente. Recuerdo que en mi adolescencia recitaba lo de todo invita a amar y todo ama/ y todo por vivir amando vive, y las palabras con su ritmo y su sentido me mecían como una madre, haciéndome ver lo que vive y ama sobre la Tierra, más allá de la dominación y del fratricidio imperantes. No podía imaginarme que un día poesía y ciencia se darían la mano, para explicarnos cómo y por qué el amor y la vida funcionan de la manera en que lo hacen. Los versos de Medinillla se confirman en sus dos dimensiones, corporal y social, en diferentes campos; los hallazgos arqueológicos del siglo pasado se añadieron a los de la historia y la antropología (1), y los de la endocrinología y la neurología, a lo que la sexología y el psicoanálisis ya habían revelado (2). Explicarlo es una tarea que me viene muy grande, y estas líneas sólo tratan de dar algunas pistas.

La pulsión sexual y la capacidad orgástica
Para empezar, la sexualidad es un sistema que forma parte de la fisiología humana. Según los tratados de neurología (3), el proceso comienza con el impulso sexual que se desencadena desde el hipotálamo. El movimiento expansivo del placer, percibido como temblor, onda, oleaje, borbotones, etc., en su infinita gama de formas, ritmos, intensidades y matices, recorre todos y cada uno de los rincones y niveles orgánicos que nos conforman (molecular, celular, órganos, etc.), imprimiendo un tono y un ritmo unísono a todo el organismo. Nuestra morfología implica dicho movimiento que cumple una importante función en las autorregulaciones parciales y en la del cuerpo como un todo. La capacidad orgástica corporal existe desde la etapa intrauterina y hasta que sobreviene la muerte. La sexología científica del siglo pasado llamó también ‘carga libidinal’ o ‘libido’ al potencial orgástico inherente al organismo humano. Reich, desde esta perspectiva científica, decía lo mismo que Medinilla cuando aseguraba que la pulsión sexual es la pulsión vital per se (4), que deshace la coraza, impulsa, anima y regula el organismo humano. Por eso, la castración sexual ha sido siempre una técnica de desvitalización para la domesticación de los animales, humanos incluidos.
Hay que tener en cuenta dos cosas difíciles de ver desde nuestro condicionamiento cultural: la producción del deseo y el proceso de expansión del placer son mecanismos del sistema autónomo (o involuntario) parasimpático, el cual supone un estado de relajación corporal, difícil y escaso en un tejido social competitivo; y también que es un proceso interno espontáneo de nuestro metabolismo básico, que cuando se trata de pautar o convertir en una metodología diseñada exteriormente se cortocircuita con diversas consecuencias.

Las emociones y el inconsciente
La neurología (3) también explica que las pulsiones orgánicas como las sexuales, defensivas o de lucha, cursan con emociones y sentimientos para implementar su desarrollo. El sentimiento amoroso y la emoción erótica acompañan el desarrollo de la pulsión sexual produciendo una armonización de los sistemas corporales, en un movimiento expansivo tan impresionante que a veces se ha calificado de sentimiento oceánico, como si el cuerpo fuera tan solo una gota de agua en medio de toda el agua y fuerzas del océano. Sin embargo, si la pulsión se inhibe, el sentimiento y la emoción quedan huérfanas de la pulsión que las daba sentido, provocando una pérdida de la sabiduría emocional, creando desconcierto y ansiedad. El llamado analfabetismo emocional es fruto de la represión, y es la punta del iceberg de un fenómeno represivo interno más amplio. La propia desconexión interna, fraguada en un desarrollo ontológico de inhibiciones continuado, hace que el proceso sexual y su frustración sean a menudo sensorialmente imperceptibles e inconscientes.
De hecho, el inconsciente fue descubierto por G. Groddeck (5) al observar las pulsiones sexuales más fuertes y a la vez más silenciadas de nuestra sociedad: las pulsiones maternales. El amor materno tiene, en la madre y en la criatura, la carga libidinal más alta porque es el único amor simbiótico de la vida humana, y la fuerza y características de la pulsión se formaron para mantener la atracción mutua durante el desarrollo orgánico en estado simbiótico. La importantísima función de esta libido, en un periodo especialmente sensible de nuestra formación, fue descrita por M. Balint (6). Hablar hoy del amor materno como una producción del sistema sexual suena a marciano (7), porque está desfigurado y corrompido, sometido a una represión particularmente inexorable según palabras de Freud (8). Es preciso tener en cuenta la devastación patriarcal de la sexualidad de la mujer (la anulación del deseo que ha supuesto su sometimiento durante generaciones, los ginocidios recurrentes de las cazas de brujas, la actual fuerza del marketing sociológico, etc.) para comprender cómo es posible que nuestro condicionamiento cultural consiga la trágica supresión actual de la libido materna, d-esquiciando toda la sexualidad y toda la vida humana.
La sexualidad es un encadenamiento de procesos que tienen lugar en todos los niveles de organización del cuerpo, pero no es un proceso que se cierra en el cuerpo humano, sino que está abierto al exterior, y depende de que los demás congéneres, empezando por la madre del periodo simbiótico de gestación, vivan a su vez en el despliegue de su libido, en el continuum de la sexualidad y del amor. Si el cuerpo no puede abrirse al amor y a la sexualidad de sus congéneres, su repliegue y su encierro acaban por frenar la producción propia. No hay placer sin con-placer. La sexualidad tiene una expansión y una función básica en el tejido de las relaciones sociales. Como decían Deleuze y Guattari (9) el deseo recorre o debería recorrer el campo social.
Pese a las actuales apariencias, la sexualidad impulsa todas las etapas de la vida humana, siendo la sexualidad coital sólo una parte de la misma. El proceso sexual tiene una función reguladora que va más allá de la reproducción, tal y como el propio deseo y nuestra propia experiencia diaria se encargan de hacernos saber, a pesar del acorazamiento y de las desconexiones internas

Una armonía hecha de diversidad, reconocimiento y reciprocidad
Según palabras del neurólogo francés H. Laborit: “Somos un conjunto hipercomplejo de sistemas, en el que cada sistema engloba al precedente y se halla englobado por el de complejidad superior: así pasamos de la molécula al complejo enzimático (…), luego a las organizaciones intracelulares, luego a las células, de éstas a los órganos, de los órganos a los sistemas, hasta alcanzar el nivel del organismo entero” (10). Esta organización en niveles de complejidad, por un lado es un resultado evolutivo, y por otro, un requisito de la propia complejidad y diversidad in-formacional, es decir, de la complejidad y diversidad de funciones que nos dan forma y nos hacen ser lo que somos y no otra cosa.
El proceso evolutivo que dio lugar a los organismos vivos complejos se ha llamado simbiogénesis (11), y explica que las formas de vida evolucionaron de las más simples a las más complejas por acoplamientos simbióticos (de ahí el término ‘simbiogénesis’). Una simbiosis quiere decir que dos formas de vida autónomas, con su capacidad de autorregulación y su ecosistema propio, se unen promoviendo una autorregulación conjunta y un ecosistema común en el que ambas quedan englobadas, manteniendo cada cual su propio funcionamiento autorregulador. Esto explica que una célula no deja de ser una célula porque forme parte de un tejido. Es decir, la simbiogénesis explica que en un organismo hipercomplejo cada sistema que lo forma tiene una capacidad de autorregulación propia, y por eso se dice que es un ‘sistema cerrado’ en su organización, y al mismo tiempo “abierto” en su relación ‘in-formacional’ con los otros sistemas. Tan importante es que se mantenga el cierre organizativo de un sistema (su autorregulación), como su apertura informacional y relación con los demás (autorregulación común). Los sistemas orgánicos están continuamente enviándose señales entre sí y en todos los sentidos y direcciones, y cada vez se encuentran más enzimas, fijadores, moduladores, etc. que forman parte de los procesos, así como los ‘receptores’ de las señales… Es una armonía hecha de diversidad, reconocimiento y reciprocidad. La relación establecida entre todos los niveles, hace que los mensajes in-formacionales circulen electrónicamente, molecularmente, etc., traspasando moléculas, células, órganos, etc. La morfología corporal que estudiamos en el bachiller es un compendio de encadenamientos que forman un determinado nivel de organización corporal: las redes vasculares en las que viajan todo tipo de moléculas, las redes neurales, neuro-musculares, neuro-endocrino-musculares, cardio-vaculares… etc. etc. Imaginemos ahora todo lo que sucede a otros niveles, pensando tan sólo en el recorrido de un electrón que viaja en cascada en los procesos de oxidación, o el proceso de formación de las moléculas de ATP, o en cualquier otra cosa conocida de nuestra fisiología, para entender que la ‘apertura’ de los sistemas supone una infinidad de avisos y señales circulando armoniosa y continuamente en el hipercomplejo conjunto corporal.

La sinergia y el principio de co-operación
Y ahora pensemos en el modo de funcionar unísono y sincronizado de toda esta complejísima organización. Dice Laborit: “Si en un organismo no existen jerarquías, no existe relación de dominio, es porque cada célula, cada órgano, cada sistema, realiza una función cuya finalidad es participar en la conservación de la estructura del conjunto, sin la cual ningún nivel de organización, del más simple al más complejo, podría sobrevivir” (10). A diferencia de la organización jerárquica vertical por la que circulan las órdenes, en el mundo orgánico circulan los avisos y las señales, según establecido en su propia formación en el proceso evolutivo. Este tipo de organización, sin jerarquización a pesar de su increíble diversidad y complejidad, se ha llamado sinergia (12), y ha sido posible en una larga evolución de procesos de simbiogénesis.
Así pues la cooperación no es un principio ético o político, es un principio orgánico. Es un principio ético en la medida en que es necesario que la cultura no vaya contra natura.
La sinergia de un organismo presupone su armonía interna; de otro modo no sería tal organismo; la armonía de la diversidad es una cualidad in-formacional de los entes orgánicos (13).
. Esta comprensión de la dinámica y morfología interna de las formas vivas nos permite entender la función del movimiento del placer que recorre los diferentes niveles de sistemas orgánicos (molecular, celular, etc.) estableciendo un tono y un ritmo unísono común a todos; es decir, es una función sinérgica para el desarrollo de todas las cualidades y capacidades corporales. Podemos entender también que su inhibición produce cierres, desconexiones, repliegues, contracciones, rigideces, acorazamientos, encharcamientos, putrefacciones… en definitiva el despiece corporal. El alma es una unidad imaginaria que compensa el cuerpo realmente despiezado, decía Jesús Ibáñez (14), explicando hasta qué punto son necesarias estrategias culturales de sublimación emocional para reprimir la sexualidad. Despiece y enfermedad como explicó Reich (15): retracción, agonía y muerte de las células (origen del cáncer), cuando pierden la regulación de la apertura de ciertos sistemas; señalando en concreto la relación entre el cáncer de útero y de mama y la represión sexual de la mujer, relación ya confirmada por estudios epidemiológicos.

Un importante indicador del placer: la densidad y la ubicación de los receptores de oxitocina
Veamos ahora en concreto un aspecto de la fisiología del proceso sexual. La pulsión sexual pone en marcha un específico sistema neuro-endocrino-muscular, que activa el sistema autónomo parasimpático y cierra el simpático (si se abre el simpático el proceso automáticamente se detiene); segrega un cóctel de hormonas sexuales, entre otras la oxitocina (2) que al llegar a sus receptores específicos, ubicados en unos determinados haces musculares inervados al parasimpático, les hace vibrar y latir (contracción-distensión, sístole-diástole), para bombear y eyectar el líquido seminal, eyectar flujo vaginal para proceder al coito, bombear y eyectar la leche de las glándulas mamarias, abrir los haces musculares del útero para proceder al parto, o simplemente expandir el placer por todo el cuerpo, porque no por casualidad la ubicación de los receptores de oxitocina coincide con lo que llamamos zonas erógenas del cuerpo. Leboyer, refiriéndose al parto, habló del ritmo ciego y todopoderoso del mundo visceral, y Odent ha explicado (16) que ese ritmo es el ritmo de la pulsión, de la secreción de oxitocina y del latido de los tejidos y vísceras donde se hallan los receptores de oxitocina (por eso popularmente se dice que el amor verdadero es visceral); un ritmo simultaneo al de los otros niveles de nuestra morfología.
El sistema sexual tiene un proceso de formación ontogénico, y la cantidad de receptores de oxitocina es variable (17) y depende del desarrollo de las pulsiones sexuales primales e infantiles. En culturas previas al Tabú del Sexo, antes de la prohibición de la sexualidad espontánea, encontramos juegos y bailes que estimulaban y recreaban la sexualidad uterina desde la infancia: los famosos corros femeninos (18), danzas del vientre y otras prácticas autoeróticas en torno a la excitación del útero (las famosas escobas de las brujas no eran para volar), incrementaban la densidad de receptores de oxitocina necesaria para el desarrollo de la capacidad orgástica, y para parir fácilmente y con placer. Las pulsiones infantiles tienen una función orgánica necesaria y un sentido benefactor en la vida humana. R. Serrano Vicens (19) recogió 1417 historias sexuales de mujeres que revelan que el desarrollo de la capacidad orgástica femenina durante la infancia y la adolescencia, con prácticas autoeróticas y lésbicas, en la España de los años 50, antes de la era del marketing, era todavía muy elevada; y que la ninfomanía de la mujer es un calificativo calumnioso misógino para hacer patológico y anormal un hecho normal y natural. Este estudio muestra también, corroborando lo anteriormente dicho, que cuanto más desarrollo de la sexualidad en la infancia y adolescencia, más éxito y mayor grado de satisfacción se daba en las relaciones conyugales. Muestra también que la actual división de la sexualidad ‘homo’ y ‘hetero’ es artificial. Serrano Vicens era médico de cabecera.
El placer siempre está producido por el sistema sexual y tiene una gama infinita de formas, intensidades y matices. Maryse Choisy (20) ha descrito un tipo de orgasmo atípico en mujeres al que llamó ‘no paroxísmico’, que se produce cuando el útero en lugar de latir mantiene un determinado temblor sostenido, como el temblor de una medusa suspendida en el mar. Choisy habla de orgasmo porque realiza toda la descarga del potencial libidinal al igual que los otros tipos de orgasmos, como lo prueba el estado subsiguiente de plena gratificación. Pero hay procesos en que se descarga sólo una pequeña parte del potencial, o se descarga de forma muy sutil. Hay estudios que muestran que en una comida amistosa, en la que la gente se siente a gusto, se producen secreciones de oxitocina; y también hay estudios hechos en mujeres, cuando se juntan con amigas, comprobándose también la subida de los índices de oxitocina; y también hay quien piensa que la risa, que hace temblar las células con sus flexibles membranas, forma parte del sistema sexual o es un pariente cercano.
La sexualidad produce la sensación del bienestar que acompaña a la autorregulación corporal, a la plenitud de la armonía de la sinergia corporal (como cuando un gato ronronea); por ello tonifica y anima a los cuerpos, propicia iniciativas y creatividad (ganas de hacer cosas, pasión por las cosas), y se retroalimenta seduciendo, consintiendo y complaciendo. “Buscar el placer y evitar el dolor es la vía de acción –algunos dirían Ley- del mundo orgánico”, decía Kropotkin (21), resumiendo de modo sencillo la función de la sexualidad. El placer no es una ilusión del neocortex, hay que decirlo, porque lo único que nos enseñan en el sistema educativo es la morfología de los órganos genitales. Ni siquiera en las universidades de medicina o de psicología se habla del deseo y de la capacidad orgástica, cuando la ciencia tendría ya todos los datos para acabar con los mitos y mentiras inventados para organizar la inhibición de la sexualidad. Especialmente grave es el mantenimiento del oscurantismo en relación con la maternidad, por su función clave en la vida humana.

Una civilización es sostenible si respeta el funcionamiento básico de la vida
Los antropólogos y antropólogas del siglo pasado que hicieron trabajo de campo en algunos lugares alejados de nuestra civilización (22), coinciden en señalar la espontaneidad y la felicidad de las gentes, que en la simplicidad de sus vidas mantenían el funcionamiento básico de la vida. Dicho esto, hay que añadir de inmediato que la vida no es incompatible con la tecnología o la industria, y que una civilización puede ser todo lo compleja que se quiera, sólo tiene que respetar lo básico de la vida para que sea sostenible. Nuestra civilización patriarcal no es sostenible porque impide el modo de funcionar básico de la vida.

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(1) Ver los libros ‘El Asalto al Hades’ (cap.2), ‘La sexualidad y el funcionamiento de la dominación’ (epílogo), y ‘Pariremos con placer’. (www.casildarodriganez.org/libros).
(2) Ver ‘La represión del deseo materno y el matricidio a la luz de la neurología y la práctica clínica neonatal’ (Jaca 2006) y ‘El matricidio: correlación entre líbido y fisiología’ (Zaragoza 2006) (www.casildarodriganez.org), en donde cito algunos de ellos. Señalar también por su importancia: ODENT, M., ‘¿El final del asesinato de Cristo?’, revista francesa L'Arc nº 83, (www.esternet.org); a los autores LABORIT,H., SCHORE, A.N., LLOYD DE MAUSE y NILS BERGMAN (‘Le portage Kangaroo,’ ‘La Leche League France’, marzo 2005). En cuanto a la endocrinología hay dos libros que constituyen un hito en la cientificación del amor: PEDERSEN C.A. ET AL ‘Oxitocin in maternal, sexual and social behaviours’, ‘Annals of the New York Academy of Sciences’, 1992; 6527; y NEWTON,N., ‘Maternal emotions’, Nueva York 1955.
(3) KAHLE, W., ‘Atlas de Anatomía III: Sistema nervioso y órganos de los sentidos’, Omega 1994.
(4) REICH, W. (1942), ‘La función del orgasmo’, Paidós 1995.
(5) GRODDECK, G. (1923), ‘El libro del ello’, Taurus 1981.
(6) BALINT, M. (1979), ‘La falta básica’, Paidós 1993.
(7) En Japón sí existe el concepto de amae o amaeru para designar el amor primal. Takeo Doi (1962) ‘Amae, a key concept for understanding Japanese personality structure’. Psychologia (Kyoto), vol 5,1.
(8) FREUD, S. (1931) ‘Sobre la sexualidad femenina’, Tomo III Ob. Completas, B. Nueva, 1968.
(9) DELEUZE, G. y GUATTARI, F., ‘El antiedipo, capitalismo y esquizofrenia’, Paidós 1985.
(10) HENRI LABORIT (1981) ‘Mecanismos biológicos y sociológicos de la agresividad’, en ‘La violence et se causes', ed.UNESCO, Paris (pág.49). (www.unesco.org).
(11) MARGULIS, L., SAGAN, D. ‘¿Qué es la vida?’, Tusquets 1996.
(12) Sobre los tipos de organización ver ‘¿Domina el sistema neurológico humano a los demás sistemas del cuerpo?’ pulposymedusas.blogspot.com
(13) Más pistas sobre la armonía orgánica en el cap. 1 de ‘El Asalto al Hades’ (nota 1).
(14) IBAÑEZ, J., ‘Por una sociología de la vida cotidiana’, Siglo XXI 1994.
(15) REICH, W. (1948), ‘La biopatía del cáncer’, N.Visión 1985.
(16) ODENT, M., Primal Health, Clairview 2002.
(17) ODENT, M., ‘La cientificación del amor’, Creavida 1999.
(18) GARRIDO, M.C., ‘El juego del corro en la cultura femenina’, Inédito 2006.
(19) SERRANO VICENS, R., ‘La sexualidad femenina’, Júcar 1972; ‘Informe Sexual de la Mujer Española’, Lyder 1977.
(20) CHOISY, M., ‘La guerre des sexes’, Premiers 1970.
(21) KROPOTKIN, P., ‘Folletos Revolucionarios I’, Tusquets 1977.
(22) ZERZAN, J., en ‘Futuro Primitivo’ (Numa, Valencia 2001) cita varias decenas de ellos. También recogido por Felix Rodríguez de la Fuente (‘Animales Salvajes de África Oriental’, Everest 1984).