EL CONDUCTISMO EMOCIONAL
Y LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA DE SUSTICIÓN DE LA SEXUALIDAD,
PARA UN NUEVO ORDEN SOCIAL ORWELLIANO
El conductismo emocional no podía ser otra cosa que una estrategia política perversa. No había otra explicación, era un diagnóstico per se, y también por exclusión. Se trata:
1º) de hacer desaparecer la noción de la sexualidad; ahora bien, como reprimir la sexualidad en nombre de la civilización ya no suena políticamente correcto, lo que se hace es
2º) descomponerla en ‘instinto’ por un lado, y en ‘emociones’ por otro; porque tanto el control (e incluso la represión) de los ‘instintos’ como el de las ‘emociones’ sí pueden tener una apariencia políticamente correcta, a diferencia de lo que ocurre con la sexualidad después de todo lo avanzado en el siglo pasado; por ello nos han bombardeado con la noción de las ‘emociones-negativas’, que está sustituyendo con éxito la noción de ‘sexualidad-pecado’ que ha quedado desfasada; así es como la necesidad del autocontrol de las emociones encubre la autoinihibición de la líbido, y permite un margen de argumentación y de justificación para implementarla.
3º) finalmente se va dando al impulso sexual una apariencia perversa, asociándolo incluso identificándolo con las prácticas sexuales impuestas por la fuerza, para que parezca que el impulso sexual lleva a la agresión sexual, al abuso, a la violación, etc., lo que de hecho ya se ha logrado con la sexualidad infantil.
Los tres aspectos forman parte de una estrategia global de una ‘nueva’ teoría conductista para un nuevo orden social orwelliano, de dominación invisible y sumisión inconsciente.
Voy a señalar algunas cosas que he percibido recientemente, de diversa importancia en cuanto al impacto social, que tienen en común el que me han hecho pensar en lo arriba escrito.
Hace poco, en una entrevista en la televisión le preguntaron a Eduardo Punset su opinión sobre el cambio climático. Respondió que para él lo importante no era lo de fuera sino lo de dentro de las personas, las emociones, que había que controlar (sic). Creo que no hace falta hacer demasiados comentarios a su respuesta, tanto por la negación implícita del cambio climático y de la necesidad de tomar medidas políticas y económicas urgentes, como por la razón de dicha negación, nada menos que la reivindicación del control de las emociones, así en general, sin paliativos: ni los Diez Mandamientos ni la moral católica en sus peores versiones han sido tan totalizadoras en la represión de los seres humanos, pues hacían una definición puntual y concreta de lo que debía ser reprimido; desde luego que eran cosas básicas como la pulsión sexual por un lado, y la ira, la soberbia etc. para posibilitar la sumisión, por otro, etc. Pero aquí se aboga por un control de la totalidad, de las emociones en general, con todos sus flecos, supongo que para reordenarlas globalmente según ‘la nueva conciencia’ del nuevo diseño social para las nuevas generaciones: a saber, la ‘nueva conciencia’ de un positivismo capaz de convertir en ‘positivo’ cualquier cosa, y entonces convertirnos en disciplinadas y positivas cobayas, consumidores más positivos todavía y superpositivos esclavos (CCE); es decir, seres humanos robotizados y manipulados por el Poder absoluto de una minoría fanática que en estos años ha conseguido amasar un poder político y económico de una dimensiones únicas en las historia de la humanidad. Somos las CCE de la sociedad orwelliana, que trabajamos, consumimos y dejamos que experimenten con nuestras vidas como si fuéramos cobayas, y que no pensamos ni sentimos, del puro acorazamiento en el que sobrevivimos. O eso parece, porque así es como funcionamos, como si el acorazamiento nos impidiera pensar y sentir.
Han podido diseñar agujeros negros para succionar la gran inmensidad del capital financiero mundial: eso pueden hacerlo porque el Capital es un artificio sin capacidad de autorregulación, y como tal artificio le pueden cambiar sus elementos para acumular más y con más control lo acumulado. Sin embargo con respecto a los seres vivos, este Poder es un gigante con los pies de barro, y sus programas de alteración de los procesos en los organismos vivos no acaban de funcionarles del todo; a veces programan una cobaya para que salga con el pelo naranja o azul, y les sale con el pelo rojo o verde; meten programas para conducir los egos, pero no tienen en cuenta la criatura humana que subyace al ego, y a veces ésta sale respondona y no se deja amilanar por el ego, y le da la vuelta a ese programa meticulosamente diseñado para su ego.
Sin entrar en la miseria científica de la respuesta de Punset, la miseria humana es difícil de catalogar. Se entiende ahora su lanzamiento mediático por la trama política dedicada a implementar la sociedad orwelliana.
La segunda cosa que me ha llamado la atención, es el libro último de Michel Odent que me ha llegado, Ecología Prenatal de la editorial Creavida. No lo he leído todavía, sólo le he echado un vistazo y me ha llamado la atención el título del capítulo 8: Esbozo de una teoría sobre los instintos-emociones. ¡Pobre Michel Odent! Con lo ardiente defensor que es de la sexualidad humana y de su función corporal y social… Esto es otra pieza más de la creación de una teoría de sustitución de la sexualidad, que permita implementar el nuevo orden de dominación invisible, mediante el control voluntario de las emociones… y de las conductas, claro. Una nueva teoría, además de la mano de un autor identificado con ‘la cientificación del amor’, etc. etc. Incluso encabezan el capítulo con una cita mía sobre la función de los flujos y efluvios de la sexualidad maternal en las relaciones sociales, pero asegurándose de que la cita sólo dice que dichos efluvios y flujos proceden del cuerpo materno, y que no aparece la palabra ‘sexualidad’: dejando así la puerta abierta a hacerlos provenir de ‘los instintos-emociones’.
La estrategia es perfecta, pues evidentemente, nadie puede negar que la pulsión sexual forma parte de ‘los instintos de supervivencia’ de la especie humana, y tampoco se puede negar que los impulsos sexuales cursan con emociones. Es una maniobra dialéctica sutil con la que me he topado a menudo, como lo de decir que la energía sexual es una energía cósmica, y utilizar esta afirmación, que es cierta, para desviar la función concreta de la sexualidad hacia una deriva mística, es decir su sublimación (la estrategia jungiana para implementar la sublimación). Es como si digo que mis manos forman parte del cosmos (lo cual es tan evidente que es casi tautológico), y me quedo ahí obviando la función concreta de mis manos con respecto a mi cuerpo. Es decir, se trata de una estrategia discursiva que consiste en silenciar el meollo básico del asunto, y derivarlo por realidades amplias globales o que le subyacen, todas ellas innegables, reales, lo cual hace más fácil que cuele la desaparición de lo básico.
Llevan años bombardeándonos con la biología del amor sin sexualidad, la vida sin autorregulación, los cuerpos sin líbido, ¡¡el cuerpo a cuerpo con la madre como una metodología!!, el juego infantil como método pedagógico, el analfabetismo emocional y sexual, etc., etc., y ahora ya la nueva teoría de los instintos-emociones: todo con tal de hacer desaparecer los impulsos que hacen que las personas se muevan por sí mismas, es decir, hacer desaparecer lo que hace que no seamos objetos, ni máquinas ni robots, para que efectivamente seamos como los seres inanimados que no se mueven por sí mismos. Suprimir los impulsos propios es el pre-requisito para ser movidos por las cuerdas con las que nos tienen sujet@s.
Hay muchas imágenes que pueden representar esta robotización: hay una que he mencionado a menudo, el chupete de plástico. Otra imagen es la del niño o niña que en cuanto tiene cinco minutos sin programación, dice ‘me aburro’, y acto seguido los padres le enchufan la tele o la videoconsola.
El niñ@ que se aburre en cuanto tiene 5 minutos libres, es un hecho insólito en la historia de la Humanidad. Un hecho insólito que junto con el chupete de plástico debería ser objeto de toda la atención de la antropología. Harían falta tesis doctorales para estudiarlo, claro que ya están sustituyendo los doctorados por los masters, para que nadie piense e investigue por su cuenta.
Antes l@s niñ@s estaban siempre en la calle correteando e inventando todo tipo de juegos y de cosas, y las madres salían a llamarles cuando estaba la comida lista, y a veces les costaba conseguir hacerles entrar en casa. Ahora los padres se pasan el día comprando juguetes y apuntándoles a actividades extraescolares para que sus hij@s no se les aburran y no les den la lata.
Volviendo a las cosas que me han hecho pensar en la estrategia contra la sexualidad, quería mencionar también un cortometraje que me ha enviado un desconocido por Internet, diciéndome que lo ha hecho inspirándose en mis libros. En el documental aparecen dos muñecos de aspecto robótico, un hombre y una mujer realizando un coito o algo así, mientras que una pequeña máquina, como si fuera un despertador, hace tic-tac y va echando oxitocina. La estética es de un surrealismo mecanicista, propia de lo contrario de la sexualidad, es decir, propia de la tecnosexología. En un momento dado, el hombre saca un puñal y agrede a la mujer. Al final aparece una frase supuestamente mía (aparece con mi firma) contraponiendo el útero y el corazón. O sea viene a decir que si el impulso sexual es agresivo, el amor ‘bueno’ no debe salir del útero sino del corazón. Estoy haciendo un resumen de memoria y rápido, pero se puede ver dicho corto en: http://www.animacam.tv/contenido.php El título del corto es ‘Oxitocina’ . Así pues según el autor de este documental mis libros inspiran actos de violencia sexual.
Decía que estos datos tienen distinta importancia pero el mismo significado, y apuntan en la misma dirección: descomponer el fenómeno real de la sexualidad, para poder implementar una represión disfrazada de ‘control’ de sus componentes por separado, y acabar malignizando y asociando la pulsión sexual a la perversión y a la violencia.
Así tenemos el siguiente panorama global: El SIDA, como peste asociada a la promiscuidad, los embarazos y abortos de adolescentes, la pedofilia asociada al abuso infantil y convertida en plaga, etc.; y para terminar, en el mundo de la judicatura y penitenciario, toda una concatenación de sabotajes encaminados a que los agresores sexuales cometan cuantas más tropelías mejor, con jueces y secretarias que no encarcelan a los ya juzgados y condenados por delitos sexuales, funcionarios que no vigilan a los que llevan pulsera con GPS, etc.
En cuanto al movimiento reivindicativo de la maternidad, me remito al escrito colgado en esta misma blog ‘El deseo materno existe y hay que decirlo’; en resumen, hay una doble estrategia: una, la de la ocultación de las pulsiones sexuales maternas para las mujeres en general; y la otra, la administración de hormonas artificiales y otras drogas para disuadir fácticamente a las mujeres que tienen acceso a la información.
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