INDICE DE CONTENIDOS

22 - ENSAYO SOBRE EL DON
21 - POR UN FEMINISMO DE LA RECUPERACION
20 - LO QUE SE OCULTA TRAS LA CUESTION DEL
VELO ISLAMICO .
19 - LAS SERRANAS (primer avance)
18 -EL CREACIONISMO Y LA DOMINACIÓN:
VIGENCIA DE KROPOTKIN
17 - LOS LIMITES Y LA COMPLACENCIA
16 - A LA VERDAD - Lope de Vega
15 - D. Quijote explica a unos cabreros la edad dorada y se declara defensor del modo de vida de las mujeres en aquellos tiempos (Miguel de Cervantes)
14 - LA DEGENERACIÓN DE LA RAZA HUMANA POR LA
PÉRDIDA DE SUS CUALIDADES FUNDAMENTALES.
13 - ¿DÓNDE ESTA WALLYS? (un juego semántico)
12 - EL EQUIVOCO DE NIETZSCHE
11 - El abrazo materno y el continuum del sistema sexual de
la maternidad: a proposito del Metodo Madre Canguro
10 - PARTO ORGASMICO: testimonio de mujer y
explicación fisiológica.
9 - Sobre la función orgánica y social de la sexualidad (I)
8 - Hace falta una Declaracion Universal de la Condicion
humana.
7 - Aunque el fascismo se vista de seda, fascismo se queda.
6 - Tres versos de Lope de Vega
5 - Nota aneja al libro Pariremos con Placer (2ª edición)
4 - El deseo materno existe y hay que decirlo
3 - Amamantar por placer (reseña de un libro)
2 - ¿Domina el sistema neurológico los demás sistemas del
cuerpo? - Las cosas como son y las palabras para decirlo
1 - Objetivos de AMARYI



miércoles, 16 de julio de 2008

Pariremos con placer, la sexualidad oculta de las mujeres














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PARIREMOS CON PLACER
La sexualidad oculta de las mujeres
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Artículo inédito, resúmen del libro Pariremos con placer (3ª edición). - julio 2008

Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función del hombre, y por lo tanto una vez más carecer del sentido y del valor del propio cuerpoy de la propia existencia a todos los niveles. Esta negación de sí misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres, a lo largo de toda su historia, no hiciesen más que repetir esta experiencia de autodestrucción. (Lea Melandri La infamia originaria (1))


En el siglo pasado se publicaron varios trabajos muy importantes relativos a nuestra sexualidad y al parto, que no han sido suficientemente reconocidos y divulgados. Entre esta literatura se encuentra lo que se reseña en este artículo.
La obra del obstetra inglés Grantley Dick Read (2), recoge una investigación que comenzó con su observación de que la dificultad de un parto estaba en relación directa con el grado de stress de la madre; stress que Read veía a su vez relacionado con el miedo y la ignorancia. Esta observación junto con su creencia, como conocedor de la biología del cuerpo humano, de que no hay procesos fisiológicos que se produzcan con dolor en condiciones normales de salud, le llevó a realizar diferentes estudios: uno de ellos sobre el parto en aborígenes africanas; otro sobre los receptores del dolor, y finalmente, sobre el funcionamiento neuromuscular de la bolsa uterina. Grosso modo sus conclusiones fueron estas:
Sobre el parto en aborígenes africanas llegó a la conclusión de que en las civilizaciones primitivas o tribales en las que no existen divinidades o apenas tiene relevancia la religión, se concibe el parto como algo absolutamente fisiológico y que acontece sin dolor (3).
En cuanto al estudio de los receptores de dolor, realizado en humanos y también en algunos animales, le llevó a afirmar que el dolor es un sistema de defensa. En primer lugar, por la misma localización y disposición de los nociceptors (las terminaciones nerviosas sensibles a la agresión que transmiten la sensación de dolor), para realizar la función de proteger las partes más delicadas de nuestro organismo; por eso, por ejemplo, tenemos más sensibilidad ante el dolor en la parte delantera de nuestro cuerpo, para proteger las vísceras, que en la espalda. En segundo lugar, por el tipo de sensibilidad específica de los nociceptors para el tipo de defensa que se requiere: así afirma que pegar un tajo con el bisturí a un útero no duele, en cambio duele mucho el calambre, la disfunción del movimiento de distensión muscular, que es lo que hay que evitar para que el parto fluya fisiológicamente. Es decir, que el dolor del 'calambre’ de los músculos del útero está ahí para evitar que el parto se realice de ese modo.
En cuanto a la anatomía neuromuscular del útero, Read observó tres capas de fibras musculares: las longitudinales, las circulares y las intermedias (ver Figura 1 al comienzo).
Las intermedias, que forman la capa media de la pared de la bolsa uterina, son haces muy apretados que rodean, en forma de ochos y de espirales, los vasos sanguíneos que suministran el oxígeno a las células y retiran los productos de desecho; son un dispositivo previsto para acompañar el intenso trabajo de los músculos uterinos durante el parto; Read asegura que esta actividad muscular para aumentar el flujo sanguíneo es importantísima para la fisiología del parto (por ejemplo, es sabido que algunos deportistas se transfunden bolsas de sangre para incrementar su rendimiento).
Los haces circulares, como puede observarse en la Figura 1, son escasos en la parte superior de la bolsa uterina y se van haciendo más seguidos hacia la parte media inferior, para terminar formando los compactos haces circulares del cérvix. Read explica que los músculos longitudinales y los circulares forman un par que debe funcionar de manera sincronizada: cuando unos están contraídos los otros se distienden y viceversa, y pone varios ejemplos, como el del bíceps y el tríceps de nuestros brazos: cuando doblamos el brazo el tríceps se contrae el bíceps se distiende, y cuando estiramos el brazo, sucede lo contrario; continuamente movemos el brazo y nuestros músculos funcionan a la par, sin producir dolor, a menos que alguno sufra alguna 'contractura' que lo impida; pone también el ejemplo de la vejiga urinaria, que tiene una anatomía muscular aparentemente similar a la del útero: los haces longitudinales están distendidos y los circulares contraídos para retener la orina: cuando orinamos, los circulares se distienden para permitir que el movimiento de contracción-distensión de los longitudinales expulsen la orina.
Así, explica Read, los haces longitudinales tienen la función de vaciar y los circulares de retener, y cuando los longitudinales empujan hacia fuera, los circulares deben de aflojarse y distenderse (aflojar la garra, como dice el también obstetra F.Leboyer (4)), lo mismo en el útero que en la vejiga urinaria. Continúa explicando Read que los haces longitudinales están inervados al sistema nervioso parasimpático (snps) mientras que los circulares al simpático (sns). Como es sabido, el snps, también llamado sistema vagal, es el que se activa en el estado de relajación, y el sns el que funciona en estado de stress y de alerta; de manera que por eso, concluye Read, el cérvix no ‘dilata’ cuando la mujer está en ese estado, con el sns activado (la fisiología de parto, establecida a lo largo de la evolución, prevee la detención de un proceso de parto si aparece un riesgo para la hembra; por eso el cérvix no afloja la garra si la mujer está en estado de stress); de manera que las fibras circulares, en lugar de funcionar acompasadamente en armonía con el movimiento de los longitudinales, ofrecen una resistencia que hace entrar a estos últimos en un movimiento espasmódico; unos espasmos que producen el dolor del calambre, pero que no se reconocen como tales sino como si fueran las contracciones normales del parto.
Así es como Read llega a la conclusión de que el miedo, que mantiene activo el sistema simpático, impide la relajación y la distensión de los músculos circulares de la boca del útero, produciendo el movimiento espástico o espasmódico del útero, lo que considera una disfunción de la fisiología natural y normal del parto.
En la comparación que hace Read entre el funcionamiento de la vejiga urinaria y el del útero, creo que está la clave del último paso que le faltó dar a este honrado y genial investigador, para entender definitivamente la fisiología del parto. Porque el útero, a diferencia de la vejiga urinaria, tiene receptores de oxitocina en el tejido muscular… para activarse con la llegada de esta hormona; es decir, en el útero interviene la sexualidad cosa que no sucede en la vejiga urinaria, y por eso su fisiología no es del todo similar ni comparable a la del útero.
De hecho, cuando se induce o se quiere acelerar un parto con oxitocina sintética, lo que sucede es que las fibras longitudinales del útero se baten espasmódicamente, pegando tirones a las fibras circulares que permanecen contraídas (además la oxitocina sintética llega en tromba en lugar de llegar de forma pulsátil). Por eso es muy frecuente que un parto inducido acabe en cesárea. La fisiología natural del parto supone el estado de relajación de la mujer, el sns desactivado y la producción natural de oxitocina.

En 1966, unos años después de la publicación de la obra de Read, William Masters y Virginia Johnson publicaron su Human Sexual Response (5), en el que recogen el movimiento del útero que tiene lugar en todos los orgasmos femeninos. L@s autor@s dibujan en una lámina el movimiento del útero durante el orgasmo (Fig. 2 al comienzo del artículo), y en otras, la secuencia de dicho movimiento registrado con electrodos intrauterinos (Figs. 3 y 4 al comienzo del artículo): una sucesión de contracciones-distensiones, un latido rítmico… que es lo mismo que tiene que realizar el útero durante el trabajo de parto. Lo asombroso es que la obstetricia y las mujeres y el mundo en general, hemos continuado sin relacionar el trabajo del parto con el orgasmo, como si el parto con dolor fuera consustancial a la condición de la hembra humana.
Porque, de algún modo, el mecanismo neuromuscular del útero descrito por Read, se completa con el ‘electrouterograma’ del orgasmo. Frederick Leboyer (4), sin necesidad de electrodos intrauterinos, también ha observado y explicado los dos tipos de ‘contracciones’ en los partos: las patológicas (con terribles dolores) y las normales (generadoras de placer).

Todo esto nos permite entender, por fin, los testimonios antropológicos acerca de pueblos enteros que desconocían el dolor en el parto (Montaigne, Bartolomé de las Casas, los bosquimanos del siglo pasado, etc.). Y así mismo la maldición divina del ‘parirás con dolor’, que implícitamente no sólo dice que antes no se paría con dolor, sino además que sabían cómo hacerlo.
Desde luego tenía razón Read, de que el miedo no permite la relajación de los haces circulares del útero; porque el miedo es incompatible con cualquier acto sexual; toda la sexualidad por definición es la extrema relajación, la activación total del tono vagal, la confianza en el entorno, el switch off del simpático y de la intervención del neocortex, etc., lo opuesto al estado neuro-endocrino-muscular de un cuerpo que tiene miedo. Fue una aproximación certera la de Read; sólo faltó entender el parto como un acto sexual.
Ahora bien, entender el parto como un acto sexual implica una aproximación a la sexualidad femenina diferente de la establecida en la dominación patriarcal que, para empezar, es exclusivamente falocéntrica.
Pese al paradigma falocrático vigente, en el siglo pasado hubo mujeres obstetras que abordaron la maternidad desde la perspectiva de la verdadera sexualidad femenina. Por ejemplo, la norteamericana Niles Newton, médico de la Research Associate in Obstetrics de la Universidad de Pennsyilvania (6) afirmó (1955), que las emociones sexuales de la mujer (woman's sexual emotions) conciernen a más aspectos de su vida que a los de sus relaciones con el sexo opuesto. Estos aspectos más amplios de su comportamiento sexual y de sus sentimientos, aunque afectan a muchas partes de la vida de la mujer, por lo general se desprecian; cuando no se ignoran por completo, se contemplan como partes de su función biológica, separadas y no relacionadas entre sí.
En esta actitud está implícita la discriminación cultural que se arrastra contra la mujer. En muchos aspectos se contempla a la mujer como una fotocopia del hombre. A menudo, sus características sexuales específicas se subrayan en la medida en que son de interés para el sexo opuesto.
Todo un alegato contra el falocentrismo exclusivista, y a favor del entendimiento de la maternidad como parte de la sexualidad femenina Una sexualidad conforme a la cual las mujeres pariríamos con placer, y los seres humanos crecerían en la expansión de su capacidad orgástica; expansión incompatible con la dominación masculina, el estado de sumisión y el fratricidio.
Por otra parte el útero ha sido considerado el centro del esqueleto erógeno de la mujer; por ejemplo, la sexóloga francesa Maryse Choisy (1976) (7) asegura que el orgasmo cervico-uterino, que arranca en el cuello del útero, es el más auténtico y difiere de todos los otros placeres en intensidad, profundidad, calidad, y sobre todo en ritmo y en extensión; es más difuso. Termina por abarcar el cuerpo entero.
Es decir, el latido del útero irradia olas de placer, como también hace cuando tiembla. Yvonne Knibielher (1975) (8) cita al anatomista francés Ambroise Paré del siglo XVI, que recomienda al esposo que efectúe a la mujer caricias previas a la cópula, hasta que ella se embargue de deseo… lo que sucede en el momento en que su matriz le tiembla (‘lorsque sa matrice lui frétille’), poniendo de manifiesto el conocimiento antiguo que asociaba la excitación sexual de la mujer con el temblor y el latido del útero. Para los griegos también la frigidez sexual de la mujer estaba asociada a la inmovilización del útero; de ahí el nombre de ‘histeria’ que procede de hystera (útero en griego). Paré también aseguraba que la acción y utilidad de la matriz es concebir y engendrar con un placer extremo. .
Otro trabajo también muy desconocido es el estudio de Ramón Serrano Vicens (9) sobre la sexualidad de la mujer, que llevó a cabo dejando hablar de sus experiencias íntimas a 1.417 mujeres, de todas las esferas sociales y de todas las edades. Alfred Kinsey visitó a Serrano Vicens cuando llevaba computadas 1300 entrevistas, y ya entonces aseguró que se trataba del trabajo más completo llevado a cabo en toda Europa. Sin embargo, a pesar del apoyo del mismo Kinsey, los resultados de su investigación no pudieron hacerse públicos hasta varios años después. La conclusión de la investigación de Serrano Vicens es que la capacidad sexual y orgástica de la mujer es mucho mayor que lo que normalmente se admite, y además dista mucho de ser exclusivamente falocéntrica; en la práctica esa capacidad se desarrolla en una alta proporción al margen del coito, lo que supone todo un varapalo a la institución de la pareja heterosexual estable: aparece antes de la pubertad, no está vinculada a la reproducción, y es muy variada y diversa (utiliza la idea de que es tan única como las huellas dactilares). Afirma que esta altísima capacidad orgástica de la mujer se ha mantenido oculta convirtiendo sus manifestaciones en algo patológico: la ninfomanía. En su estudio un 2,5 % de mujeres tenían de modo habitual de 15 a 20 orgasmos consecutivos, e incluso más; este dato nos da una idea de lo que sería la sexualidad femenina en una sociedad no patriarcal. Otro aspecto de la investigación es la variedad de modalidades en las que la sexualidad de las mujeres se desarrollaba, y en las que el autoerotismo y la homosexualidad aparecían de manera muy importante. También señala que el desarrollo de unas determinadas prácticas sexuales no parecía excluir u obstruir las otras, sino que en general sucedía al revés; por ejemplo, a mayor desarrollo de la capacidad orgástica en la infancia y en la adolescencia, con prácticas solitarias o con amigas (homosexualidad), mayor capacidad orgástica en las relaciones coitales conyugales había después.
Serrano Vicens compartió con Juan Merelo-Barberá (10) sus investigaciones, entre ellas que el orgasmo en el parto es un hecho corriente, y no insólito ni raro en la naturaleza de la mujer (Merelo-Barberá). Serrano Vicens había encontrado algunos casos de partos orgásmicos, y al contárselo a Kinsey éste le contesto que él había conocido también tres casos. Por su parte Merelo-Barberá, en su propia investigación halló nueve casos, y Claude Schebat (Hospital Universitario de Paris) 14 en 254 partos observados. ¡Pero también Masters y Johnson en su libro relatan haber conocido doce casos de partos orgásmicos! Así mismo, en El Informe Hite, la autora dice: unas cuantas mujeres mencionaron el parto como otra especie de orgasmo… incluso… una de ellas dijo que “el nacimiento de mi primera hija ha sido considerado por mí como el mayor orgasmo de mi vida”.
Como es sabido, Merelo-Barberá presentó un informe sobre la relación entre el orgasmo y el parto en el Congreso de Ginecología de París, en 1974; no hubo réplica ni crítica ni debate: sólo el silencio y alguna aislada iniciativa como la de Schebat. Pero lo que sí hubo fue un firme cierre de filas, que hizo que a Serrano Vicens le costara tanto trabajo editar su libro, incluso que fuera perseguido por un artículo publicado en una revista especializada (ver al final carta de Juan Merelo-Barberá a Serrano Vicens).
Serrano Vicens también explica (Informe sexual de la mujer española (9)) la relación entre esta represión específica de la sexualidad de la mujer y la imposición social de la dominación masculina, una explicación que tiene un gran valor proviniendo de un hombre, y por la que demuestra su sensibilidad y su integridad humana.
Cierre de filas, Santiago y cierra España. ¡Pero qué poco importa que las mujeres y las criaturas sufran los terribles dolores del parto! La cantidad de sufrimiento que conlleva esta violación de nuestros cuerpos es casi infinita. La poca divulgación de estas informaciones, realizada además por separado, permite entender en parte nuestra falta de reacción, de las mujeres en general y de las científicas en particular, ante un asunto tan importante. Es hora de retomarlo y que desde el feminismo se aborde la recuperación de la maternidad, no como esclavitud ni como carga ni como enfermedad, sino como una opción gozosa del desarrollo de nuestra sexualidad y de nuestras vidas.
Para que cese la orfandad (Victoria Sau (11) y que el dolor de la falta de madre (Luce Irigaray (12) deje de perseguirnos.



"En el patriarcado, todo el mundo está huérfano de madre".

Victoria Sau: La maternidad, una impostura. M = f (P)



¿Dónde quedan, para nosotras, lo imaginario y lo simbólico de la vida intrauterina y del primer cuerpo a cuerpo con la madre? ¿En que noche, en qué locura quedan abandonados?...Deseo loco, esta relación con la madre, ya que constituye el 'continente negro' por excelencia. Permanece en la sombra de nuestra cultura, es su sombra y sus infiernos...
Luce Irigaray: El cuerpo a cuerpo con la madre.



NOTAS:


(1) LEA MELANDRI, La infamia originaria, Hacer-Ricou, Barcelona 1977
(2) GRANTLEY DICK READ, Childbirth without fear, 4th ed. Harper and Row, New York 1972; Revelation of childbirth, William Heinemann Medical Books, 1945.
(3) CLAUDIO BECERRO DE BENGOA entrevista de Mayka Sánchez, El País
25.09.1995. Becerro de Bengoa es autor de: Educación maternal y beta-
endorfinas en plasma materno durante el parto. Tesis Doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, Facultad de Medicina, 1992.
(4) FREDERICK LEBOYER, El parto: crónica de un viaje, Alta Fulla, Barcelona
1976.
(5) WILLIAM MASTERS y VIRGINIA JOHNSON, Human Sexual Response, Little, Brown & Co, Boston1966.
(6) NILES NEWTON, Maternal emotions, Nueva York 1955.
(7) MARYSE CHOISY, La guerre des sexes, Publications Premièrs, Paris 1970.
(8) YVONNE KNIBIELHER, Histoire des Mères, Montalba, 1977.
(9) RAMON SERRANO VICENS, La sexualidad femenina, Júcar, Valencia 1972; Informe Sexual de la Mujer Española, Lyder, Madrid 1977.
(10)JUAN MERELO BARBERA, Parirás con placer, Kairós, Barcelona 1980.
(11)VICTORIA SAU, La maternidad: una impostura, M = f(P), Revista Duoda nº 6, Universidad de Barcelona 1994.
(12) LUCE IRIGARAY (1981), El cuerpo a cuerpo con la madre, laSal ed. de les dones, Barcelona 1985.